7 de septiembre de 2014

“Esperando a Godot”, de Samuel Beckett

Esperando a Godot Samuel Beckett
FICHA TÉCNICA:
Género: Teatro
Traducción: Ana Mª Moix
Editorial: Tusquets

SINOPSIS:
Cuando en 1953 se estrenó en París "Esperando a Godot", casi nadie sabía quien era Samuel Beckett, salvo, quizá, los que ya lo conocían como ex secretario de otro irlandés, no menos genial, James Joyce. Por aquellas fechas, Beckett tenía escrita ya gran parte de su obra literaria ; sin embargo, para muchos, pasó a ser «el autor de Esperando a Godot». Se dice que, desde aquella primera puesta en escena -que, realizada por el gran Roger Blin, causó estupefacción y obtuvo tanto éxito- hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar de nuestro planeta, no se haya representado Esperando a Godot. ¡Más de cuarenta años en los escenarios del mundo! El propio Beckett comentó en cierta ocasión, poco depués de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969, que "Esperando a Godot" era una obra «horriblemente cómica». Sí, todo lo horriblemente cómica que puede resultar, a fin de cuentas, la angustiosa situación límite de dos seres cuya vida y grotesca solidaridad se forjan el la absurda y vana espera de ese quién sabe qué (o quién) al que llaman Godot…

OPINIÓN:
“Esperando a Godot” es una obra corta de teatro. Escrita por el autor irlandés Samuel Becket, su contenido es de carácter existencial, un reflejo del absurdo de la vida humana.
El texto se divide en dos actos y sus protagonistas son dos vagabundos, Vladimir (Didi) y Estragón (Gogo). Las escenas se desarrollan en un camino rural con la única presencia de un árbol. Ambos esperan la visita de un tal Godot con el que, supuestamente, tienen una cita concertada en ese mismo lugar. Godot nunca se presenta, y no sé llega a conocer detalles de su persona. Quienes si llegan son otros dos hombres, Pozzo y Lucky, que hacen la función de amo y servidor, respectivamente. 
Entre Didi y Gogo y posteriomente entre ellos dos y Pozzo, se producen conversaciones sobre distintos temas, los cuales fluyen de forma deshilvanada, casi incomprensible. Las alusiones a cuestiones sociales son sutiles, hay que prestar atención.
La historia concluye igual que empezó, transmitiendo soledad y desolación. 
Me ha parecido una obra para releer. No es que me haya gustado especialmente pero supongo que se necesita más de una lectura para entender las diversas connotaciones de lo que quiso plasmar el escritor. La recomiendo solamente por quien tenga curiosidad.
Dolors Martínez

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