9 de diciembre de 2013

"Operación: matar a Paca la culona", de Alfredo Ramírez Nárdiz

Operación: matar a Paca la culona
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Editorial: J.J. Nicolás Ediciones

SINOPSIS:
Esta obra es completa y absurda ficción. Cualquier parecido con la realidad se debe a la enfermiza y deplorable imaginación del autor el cual, por adelantado, pide disculpas a todos aquellos a los que pueda ofender, molestar o, simplemente, tocar las narices alguna o algunas de las muchas y variadas idioteces que en las siguientes páginas se desarrollan. El único propósito de estas páginas es divertir. Aunque sólo sea un poco. Contar una historia ambientada en uno de los peores momentos de nuestra historia, por otra parte tan llena de peores momentos. Pásenlo ustedes bien.

OPINIÓN:
No conocía al autor y no conocía la editorial. Estaba en la Biblioteca Regional de Murcia pendiente de otras cosas cuando, casi sin querer, leí el título del ejemplar que se encontraba en el expositor de novedades. Y supe que tenía que leerlo.
Fue finalista del premio Azorín de novela 2011, galardón que años atrás había recaído en “Pólvora negra”, de Montero Glez (buena carta de presentación, al menos para mí) y si en los primeros tres o cuatro capítulos descubro que Paca ‘La Culona’ no es otro que Francisco Franco y que a quien encomiendan su asesinato es un paisano mío, pues ya sé que esto tiene que gustarme sí o sí. Y efectivamente.
Delirante y por momentos absurda comedia de intriga en la que la voz del narrador juega un papel fundamental a la hora de arrancar gran parte de las no pocas carcajadas que me ha supuesto esta lectura. Completan la estampa ‘El Cuñadísimo’ Serrano Suñer, un histriónico Millán Astray, un psicópata Yagüe (a quien arropan cinco legionarios que llevan años sin conjugar un verbo y una cabra que gesticula), un sacerdote guineano, un grupúsculo de caníbales comunistas (lo juro), una suerte de desquiciado alter-ego de Bonnie Parker y los dos mejores asesinos a sueldo del mundo.
Lo que más gratamente me ha sorprendido, pues comedias delirantes ya he disfrutado muchas, basta recurrir a Tom Sharpe, Christopher Moore o determinadas obras de Eduardo Mendoza, ha sido el cambio de tono de las últimas páginas. Generalmente –y ocurre tanto en literatura como en cine-, cuando en una comedia se trata de girar hacia lo dramático, el resultado deja bastante que desear, con diálogos que nadie se cree y escenas demasiado edulcoradas que buscan la lágrima fácil. Sin embargo los últimos capítulos de esta obra la convierten en una novela negra con situaciones y diálogos nada al uso que son, en mi opinión, el broche de oro para una historia que ya me había encantado con su enfoque cómico.

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