19 de septiembre de 2013

"El bolígrafo de gel verde", de Eloy Moreno

El bolígrafo de gel verde Eloy Moreno
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Editorial: Espasa

SINOPSIS:
El bolígrafo de gel verde es el retrato detallado, minucioso, magnífico y angustioso de cómo perder el tiempo y, en consecuencia, perder la vida. Superficies de vida: casa: 89 m2; ascensor: 3 m2; garaje: 8 m2; empresa: la sala, unos 80 m2; restaurante: 50 m2; cafetería: 30 m2; casa de los padres de Rebe: 90 m2; casa de mis padres: 95 m2. Total: 445 m2 ¿Puede alguien vivir en 445 m2 durante el resto de su vida? Seguramente sí, seguramente usted conoce a mucha gente así. Personas que se desplazan por una celda sin estar presas; que se levantan cada día sabiendo que todo va a ser igual que ayer, igual que mañana; personas que a pesar de estar vivas se sienten muertas. Ésta es la historia de un hombre que fue capaz de hacer realidad lo que cada noche imaginaba bajo las sábanas: empezarlo todo de nuevo. Lo hizo, pero pagó un precio demasiado alto. Pero si de verdad usted quiere saber cuál es el argumento de esta novela, mire su muñeca izquierda; ahí está todo.

OPINIÓN:
Nunca he leído uno de esos denominados libros ‘de autoayuda’, pero éste no anda muy lejos de la intuitiva idea que tengo de ellos. Además supe de su existencia por la curiosa manera que de publicitarlo tiene su autor lanzando frases sueltas, citas, contenidas en la novela a través de twitter con lo que la comparación con Coelho, acertada o no, está servida.
Es una novela que se nota escrita con la ilusión de transmitir un mensaje importante al lector que, si bien es fácilmente perceptible, en mi opinión está falto de fuerza.
Se estructura en tres partes de las que ni primera ni tercera, afortunadamente breves, me han gustado. La primera parte en mi opinión no aporta nada a la segunda, que es el alma de la historia. Sí es cierto que contiene un nexo de unión con la tercera pero, a mi juicio, del todo prescindible. Y en la tercera las expectativas de redondear una buena historia, o al menos bien planteada, se van desinflando poco a poco entre divagaciones muy pesadas en una historia carente de ritmo y donde los dos principales giros con que se intenta dar vida a la obra son muy predecible el primero, y demasiado edulcorado el segundo, que aunque sorprende, destroza parte de una muy bien elaborada crítica social de la segunda parte convirtiendo en mártir a un personaje que pedía a gritos no llegar a caer bien bajo ningún concepto. Además, en cuanto a la forma, se abusa de frases cortas, cuando no retahílas de palabras separadas por punto y aparte que no ayudan nada a la lectura. Si bien este recurso sí me parece acertado cuando se trata, como veremos, de describir el esquemático y desmotivador día a día del protagonista.
¿Podría recomendar la lectura de esta obra tras lo que acabo de decir? Paradójicamente sí.
Centrémonos en la segunda y más extensa parte que, a pesar de estar plagada de tópicos y subtramas tanto o más predecibles que el giro final, tiene un fondo muy interesante que me hizo devorarla prácticamente de una sentada. Muy originalmente estructurada alrededor de un minúsculo hecho –el protagonista compra un bolígrafo verde para detectarlo fácilmente en caso de extravío por la oficina- se nos retrata el dramático día a día de un personaje que podríamos ser cualquiera (yo me he identificado muchísimo, tal vez por eso a pesar de las carencias que encuentro en la narración la sensación final sea de ‘me ha gustado’). Y el adjetivo dramático no hace referencia a lágrimas de dolor o pérdidas irreparables (que las hay) sino a como morimos en vida. El autor da un enfoque que jamás había visto hasta ahora al ‘vivo para trabajar en lugar de trabajar para vivir’ y poco a poco vamos cayendo en la cuenta de que eso que por costumbre tan normal nos parece –horario partido con dos horas para comer que hace que apenas pisemos la casa entre semana, hipotecas que se llevan un amplio porcentaje de nuestro sueldo y, por lo tanto, financian hogares que no podemos disfrutar, hijos a los que no estamos viendo crecer y que realmente están cuidando a turnos la guardería y los abuelos- no sólo no es normal, no debemos aceptarlo como tal, sino que es sencillamente una tortura. Es una lástima que en tan interesante planteamiento el autor introduzca con calzador mil tópicos que ya hemos leído cien veces y tramas insulsas y predecibles, cuando no esperpénticas por tratar de ganar público fácil metiendo dramas que no vienen a cuento (el pasaje del entierro en mi opinión es lamentable).
Sin embargo se debe destacar la manera en que el autor nada por las aguas de esa triste y dolorosa rutina –y dolorosa en sentido literal, sin lirismos ni ornamentos- comenzando con descripciones minuciosas de ese día a día, donde me ha gustado especialmente la radiografía que realiza de la más que vergonzosa empresa tipo española, que paulatinamente va perdiendo brillo por la repetición robótica de cientos de actos hasta quedar reducida a una simple enumeración de horas y actos realizados, casi sin pensar, en cada una de esas horas.
Volviendo a la primera y tercera parte sólo decir, porque me gusta recordarlo y hacer hincapié en ello, a nuestros queridos escritores y editores que el grosor de la obra no influye para nada en su calidad. Dense cuenta de una vez, por favor.
Como cada cual tiene sus gustos que no tienen por qué coincidir con los míos, voy a recomendar esta novela por su planteamiento, su potencial –que está ahí, realmente lo he visto- y el convencimiento de que hay mucha gente que puede disfrutar, como muchas otras reseñas avalan, de su lectura.

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